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y tiraba piedras a David y a todos los siervos del rey David, aunque todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda. Así decía Simei mientras maldecía: «¡Fuera, fuera, hombre sanguinario e indigno(A)! El Señor ha hecho volver sobre ti toda la sangre derramada de la casa de Saúl, en cuyo lugar has reinado(B); el Señor ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón. Aquí estás prendido en tu propia maldad, porque eres hombre sanguinario(C)».

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